Lo mataron como a un perro sarnoso, dirían muchos. La sarna es contagiosa y, cuando matas al perro enfermo podes vos tener la sarna encima o, si el perro queda tirado y alguien lo toca también puede tener la enfermedad. Si la sarna es vieja estará desparramada por el barrio. Si la sarna no es tratada todos los perros y perritos del barrio tendrán sarna y, por ende, es mejor adelantarse y matar a todos los perros y perritos que no están aún contagiados, pero que pronto la podredumbre los llevará al peor de los estados y, muriendo, estarán mejor.
Matar al perro. Matarlo de manera espantosa. Matarlo con palos sobre el lomo quebrándole la cadera para que no se escape.
Matándolo lentamente, la sarna no te espera, te contagia y tenes sarna en tu piel. Matarlo con patadas fuertes sobre el estómago del perro enfermo.
Matarlo en conjunto con otros que quieran sacárselo de encima por ser un perro sarnoso. Matarlo a golpes en la cabeza, pisarle el hocico y pisarle el cuello. Con las manos, cuando ya no se mueve, pero se queja del dolor, tironear la mandíbula y descalabrarla de su lugar, porque si se levanta te puede morder.
Encima que está sarnoso puede tener rabia. Y, si es un perro callejero no debe tener vacunas, ni papeles que acrediten su estado de salud. La sarna es un ejemplo claro que no es de buenos genes y, encima con rabia, puede ser peligrosa para cada vecino que convive en el barrio.
Matémoslo de un golpe certero en la cabeza con un palo. Que estalle el cráneo fuertemente. Que sienta el que golpea con el palo el interior crujiendo en cámara lenta y que el perro apenas pueda respirar, ya que a esta altura, si todos estamos pateando, golpeando y vejando al animal, casi no debe sentir y su vida pende de cuantos golpes mas le demos.
Ya está, casi ni se mueve. Seguramente si lo dejamos en el medio de la calle lo pisará algún camión y arrastrará sus vísceras por el pavimento. Hay que sacarlo. El perro no se mueve, pero uno puede ver un hálito de vida, vapor de sus entrañas, salir por su boca.
Está sufriendo la muerte por la molida a palos o es la sarna que se desparramó por todo el cuerpo. Seguro que la rabia se activó a último momento, cuando no le quedaba ningún hueso sano y en el último golpe hizo que se orinara.
Lentamente debe alejarse del animal, está en sus últimas. Déjelo morir, ya está hecho el trabajo principal y si el barrio acompañó a matar al perro, deberá hacer lo mismo con cada animal que padezca rabia o sarna. Siempre saldrá de la nada un idealista amante defensor de perros que dirá barbaridades por la metodología con la que se trató la rabia y la sarna. Uno no debe arriesgarse. Es un barrio luchando por sacar a los sucios perros que tienen pestes que puedan enfermar a nuestras familias.
Por eso, mejor es matarlo y dejarlo tirado en la calle. Es nada más que un perro con sarna, enfermo. Se hace justamente eso con los perros enfermos, sacrificarlos.
A los chicos les recomiendo una práctica interesante para matar a los gatos. Esos animales asquerosos que se pasean rompiendo las bolsas de basura o cagando en los techos de nuestras casas. Si, son como plagas, casi a la par de las palomas. A las palomas hay que envenenarlas o lanzarles arroz fino sin tratar, eso hace que el arroz explote en el interior de la plaga y muera.
A los gatos, los callejeros, los que nadie quiere porque son sucios y horribles, vagan por nuestros barrios, se reproducen exponencialmente y, cuando te descuidas están en las puertas de nuestras casa con pulgas, piojillos y mugre. El cráneo es débil de un gato. Principalmente la frente. Sólo lance una piedra con una gomera o símil sobre la cabeza, apuntando bien o con un fusil de aire comprimido, del 5 ½, para dejarlo tirado, sangrando y sacudiendo los pies y garras, ya que el cerebro se encuentra muriendo y sangrando por el agujero ocasionado. Simple y rápido para asesinar estas plagas que acosan a la sociedad.
Usted, que se anima a todo, puede matar ya mismo al perro que lo molesta y que, seguramente, tiene una sarna peligrosa. Usted y su vecino pueden salir ya mismo a reventar a los perros callejeros y a los gatos. Usted y, porqué no un poco más organizado, la cuadra salen a apalear a estos animales. No le costará nada y, por cierto, tendrá una parte de la sociedad libre de la sarna que nos come lentamente.
No se si David tenía sarna. No se si David salió corriendo y robó una cartera que tenía algo tanto o más valioso que su vida. No sé si David era peligroso para la salud del barrio. No sé y no sabremos si David, que murió como un perro sarnoso y se lo dejó tirado en el piso para que lo levante el recolector de la basura, era igual o mejor que el perro que usted seguramente se horrorizó al leer más arriba del como describo su muerte. A David lo mataron igual y fue, seguramente, la misma turba de gente que no mataría a un perro sarnoso de esta manera.
Es verdad que David, si hubiese sido un peligroso mocoso quemado por las drogas y, como suelen llamarse “jugado”, tenía un arma mataba de igual manera a un vecino, como un perro, para que le entregue, seguramente, un par de billetes, unos documentos y algunas que otras llaves. Entonces, matamos al perro, a ambos animales o revalorizamos nuevamente lo que somos y queremos ser como sociedad. Porque si la vida de David para un montón de vecinos es igual o peor que la de un perro sarnoso, para los miles de David que ven esto y están aprendiendo ¿qué tipo de valor enseñamos? ¿Tu teléfono vale tu vida y la del otro, así de caro cuesta el teléfono, la cartera y tu auto?.
¿Hay un valor de mercado por nuestras cabezas? ¿Estamos completamente seguro que matando a David una, dos y miles de veces se terminan los David y la sarna? ¿Quién me asegura que matando a David, vigilando a David, drogando a David, atando a David, baleando a David, los demás David dejaran de llamarse así y aprenderán que ser útil en una sociedad es odiar hasta matar un David?
¿Sabías que en las estaciones de Subte, principalmente en las escaleras porque por disposición de las empresas no pueden refugiarse en las estaciones, hay un montón de animalitos con ganas de comer monedas y unos que otros hurtos menores y usted pasa sin darse cuenta o, cuando se da cuenta prefiere ignorarlos, pero como siempre estuvieron cree que son parte del decorado? ¿Con qué vara de valores sociales mide la muerte, la desidia y su propia ignorancia cómplice ante estos hechos?
David murió con solamente 18 años. Debo esperar que esta sociedad, que se agrupa a matar chicos por colores, vestimentas y costumbres sin ahondar políticamente y socialmente en los problemas que a cada uno nos incumbe y nos hace responsables siga ignorando lo primordial y entierre dentro de 3 años a mi hijo llorando en su cajón, pidiendo justicia a un dios de fantasía y de moralidad dudosa que permitió matar a un chico, pero hizo que usted se lamente por la muerte del perro arriba detallado.
Usted tiene sarna, la sociedad también.
“…Será que a la más profunda alegría
me habrá seguido la rabia ese día:
la rabia simple del hombre silvestre,
la rabia bomba —la rabia de muerte—,
la rabia imperio asesino de niños,
la rabia se me ha podrido el cariño,
la rabia madre por dios tengo frío,
la rabia es mío —eso es mío, sólo mío—,
la rabia bebo pero no me mojo,
la rabia miedo a perder el manojo,
la rabia hijo zapato de tierra,
la rabia dame o te hago la guerra,
la rabia todo tiene su momento,
la rabia el grito se lo lleva el viento,
la rabia el oro sobre la conciencia,
la rabia —coño— paciencia paciencia.
La rabia es mi vocación…”
Días y flores de Silvio Rodriguez, ese comunista castrista que siempre habla que un mundo mejor es posible.