Se cumplieron dos meses del crimen de Pablo Ariel Tonello, el joven de 27 años asesinado el 30 de julio pasado cuando se resistió al robo de su bicicleta mientras circulaba por la zona de las avenidas Del Libertador y Federico Lacroze del barrio porteño de Belgrano. Pablo vivió en Zárate hasta terminar la secundaria y estaba casado con Mayra Rodoni, que tiene familiares en Campana, lugar donde también viven sus padres, Eduardo y Nora.
“Hace dos meses de la muerte de Pablo y todavía estamos sorprendidos. Fue algo muy fuerte como padres”, señala Nora y trae su imagen…“Pablito era un chico trabajador, muy inteligente y creativo, se levantaba a la mañana y en su bicicleta hacía unos cuantos kilómetros hasta llegar a su empleo porque decía que esa ejercitación era salud… creía en la bicisenda porque decía que era segura y la realidad nos demostró otra cosa. Estaba muy entusiasmado con sus diseños de videosjuegos y ya había obtenido un premio. Lo querían todos, había construido su familia con Mayra después de varios años de novios se casaron y se fueron a vivir a Buenos Aires”.
“La justicia no devuelve hijos – dice Eduardo - nosotros ya no lo tenemos a Pablo aunque siempre separamos las cosas. Por un lado es aceptar la voluntad de Dios, que como creyentes sabemos que es quien determina la partida pero también, entendemos que lo que le ocurrió se podía haber evitado”.
Eduardo y Nora decidieron encausar su dolor desde la acción para que no vuelva a ocurrir algo similar…“todos los miércoles nos reunimos con otros ciclistas en Libertador y Lacroze para en conjunto poder trabajar en la prevención, para que no vuelva a ocurrir”.
Además señala que el robo de la bicicleta de su hijo tenía otra arista…“el robo era para poder venderla después en un mercado que sabemos que existe, entonces hay que ayudar a cambiar esas conductas. Los argentinos, por lo general, tenemos tendencia a no preocuparnos por la procedencia de lo que compramos y a medida que nos vamos recobrando creemos que Pablo es una semilla que quedó sembrada en el lugar donde murió para que sea producto de un cambio. Frente a un hecho tan doloroso se abren dos caminos: uno es renunciar a seguir viviendo, el otro es luchar por cambiar la realidad que nos rodea”.
En referencia al imputado por el crimen, un joven de 18 años, dijeron que “fue reconocido por seis testigos, la jueza no tiene dudas y nos aseguró que tendrá una sentencia ejemplar”.
“Ya había delinquido varias veces – refiere Nora – y a partir de estos encuentros que vamos teniendo todas las semanas fuimos conociendo como es la modalidad de este tipo delito”. El acusado, señala Eduardo, venía desde San Fernando todas las mañanas y regresaba por la tarde con el producto de sus robos a su domicilio en la villa 25 de Mayo…“Lo sabía todo el mundo, la policía, los vecinos, por eso creemos que tenemos que comprometernos como sociedad un poco más porque estamos matando una generación, ya sea físicamente como le pasó a nuestro hijo o mentalmente, en la fe de que algo puede cambiar algún día”.
(Gentileza Canal 15 Campana)