Por Claudio Valerio.
En toda ruptura o culminación de una etapa, los duelos necesarios deben cumplirse para limpiar los rezagos de parejas anteriores, trayendo nuestro pasado a interferir; porque los miedos nos llevan peligrosamente al futuro; etc. Y, por último, sentir como nuestro corazón está abierto a una nueva experiencia, es decir, cuando sentimos que nuevamente queremos compartir nuestra vida.
Para cerrar el tema, venimos con este inconveniente que nos hace dudar especialmente si no hemos hecho totalmente nuestros duelos… Las culpas forman parte de nuestra lógica confusión inmediatamente posterior a la rotura de un vínculo.
Además, y generalmente, las acompañamos con algo de bronca: “por qué no me habré fijado antes si era obvio”, “yo no me avivo más, era una loca de m…”, “es un terrible mujeriego, le gustan todas”, “lo único que le importa es la plata”, “una verdadera águila, se prendía en todas”, etc. etc.
Estas dudas son tan ridículas como necesarias, pues en esos tiempos nuestra mente está saturada por el ruido que produce nuestra mente. Tenemos que ver que casi siempre se van solas, si no, debemos pedir ayuda profesional o espiritual. Eso sí, debemos saber que siempre, por más chiquitos que sean, tuvimos nuestros errores, de esto no hay duda. El conocerlos nos ayudará a no repetirlos, y a purificar nuestras almas.
La meditación nos puede ayudar mucho… Para ello, buscamos un lugar tranquilo y ponemos música suave, alguna melodía que no nos haga pensar en algo que nos moviliza emocionalmente, lo más neutra posible.
Adoptamos la posición del loto (la postura del Buda), o si no, sentados, con la columna derecha, con los brazos apoyados sobre nuestras piernas, precisamente nuestros muslos y la parte de abajo (de las piernas) cruzadas.
Los dedos gordo y pulgar formando un círculo. Estas posturas fueron creadas para no permitir ninguna fuga de energía, permitiéndole circular absoluta por nuestro cuerpo. Empezamos a respirar suave y profundamente centrando nuestra atención en el aire que entra y sale por nuestra nariz.
Aparecerán ideas que nos distraerán de nuestra visualización a las cuales no debemos darle importancia, son nubes que pasan por nuestro firmamento. Cuando nos damos cuenta, volvemos a centrar nuestra total atención en nuestra respiración, en el aire que entra y sale de nuestras narices. Así, suavemente, y sorteando los obstáculos que se cruzan en nuestra respiración, nos mantenemos conectados a nuestro interior.
Notamos que lo nuestro se hace cada vez más suave y nuestro corazón recibe paz y buen trato dando comienzo a un inmenso placer, acompañado de un gran gozo.
No existe tiempo para esto, pudiendo durar unos minutos o varios. Lo importante es repetirlo siempre, aún cuando pensamos que va a fracasar pues estamos mal, por ahí es todo lo contrario…
Al pasar los días o los meses, sentiremos una especie de saturación, nosotros mismos debemos determinar si buscamos un maestro o abandonamos la práctica de esta experiencia.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires) recibe un cordial abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, mucha Prosperidad, Amor, y Paz.